Cantavieja (Teruel)
05 May 2019
Cantavieja punto neurálgico del Maestrazgo, tierra de frontera situada sobre un peñón calizo a 1300m de altitud que ha marcado su devenir y su historia. Su fisionomía de trazado medieval invita a callejear por rincones y asomarse a sus miradores, desde los que podemos ver, al oeste, la imponente Muela Monchen, al este la Vega de San Antonio y el Rebollar y al Sur, La Tarayuela.
Los secretos y la riqueza de un rico y convulso pasado, donde Templarios, San Juanistas, y Carlistas entre otros han dejado su sello y sus recuerdos en forma de edificaciones, historias, gastronomía, caminos y sendas. El reflejo de lo vivido se aprecia al pasear por sus calles, desde tiempos de Aníbal Albarca, hasta el más reciente de los personajes de su historia “El Tigre del Maestrazgo” Ramón Cabrera. En el Museo de las Guerras Carlistas puede conocerse la historia de este hombre y las batallas que desde aquí se libraron.
Al llegar a la Plaza Porticada de Cantavieja, nos encontramos su solemne Iglesia de la Asunción, que como su arquitecto Antonio Nadal cito al terminar la obra “Ni una igual en Roma”, ¿Se imaginan como puede ser? Visitando el interior de la Torre podrán contemplar una de las escuelas más antiguas que se conservan en Aragón, datada en 1918 y otros tesoros como la vajilla que usaban los romeros de San Juan del Barranco ó el reloj de pesos que hacía sonar las campanas.
Tras cruzar el arco de la Torre de 1612, llegamos hasta la Casa el Bayle, de la que lucen unos balcones de forja muy bien trabajada. Lugar de residencia en su época de Ramón Cabrera, cuya portada de la Familia Osset se conserva y puede verse hoy en la Casa Cuartel.
Testigo desde los asentamientos iberos, el torreón que preside el municipio, constituyo la torre de vigía del antiguo castillo y también ermita del Santo Sepulcro, conserva sus antiguas murallas, donde se ve el paso de templarios, carlistas y la sociedad más actual. Lugar de refugió y batalla en las numerosas historias del municipio.
El Castellán de Amposta, Gonzalo de Funes, elije Cantavieja como su lugar de descanso para la eternidad, y construye para ello una magnifica Iglesia gótica levantina. Donde en su interior esta uno de los más preciados tesoros de la localidad su sepulcro de Alabastro.

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